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El consumo como nuevo pilar de las pensiones

pensumo bolsa

La Seguridad Social no ha existido siempre. Hace poco más de 100 años la previsión social era un concepto casi extravagante y que se protegiera a los trabajadores en caso de accidente de trabajo fue una conquista prácticamente revolucionaria. En concreto, el punto de partida de las políticas de protección se sitúa en la Comisión de Reformas Sociales (1883) que se encargó del estudio de cuestiones que interesasen a la mejora y bienestar de la clase obrera. En 1900 se creó el primer seguro social, la Ley de Accidentes de Trabajo, y en 1908 apareció el Instituto Nacional de Previsión en el que se integraron las cajas que gestionaban los seguros sociales que iban surgiendo. Posteriormente los mecanismos de protección desembocan en una serie de seguros sociales, entre los que destacan el Retiro Obrero (1919), el Seguro Obligatorio de Maternidad (1923), Seguro de Paro Forzoso (1931), Seguro de Enfermedad (1942), Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI) (1947). La protección dispensada por estos seguros pronto se mostró insuficiente, lo que llevó a la aparición de otros mecanismos de protección articulados a través de las Mutualidades laborales, organizadas por sectores laborales y cuyas prestaciones tenían como finalidad completar la protección preexistente. Por tanto algo que resultaba extraño pronto fue acogido como una necesidad regulada por el Estado e interiorizado rápidamente por toda la población. Hay que tener en cuenta que este concepto de Seguridad Social incluye a paises de tradición profundamente liberal en los que la intervención estatal suele encontrarse reducido al mínimo. Así, en Estados Unidos, la Seguridad Social (también denominada Seguro Social) es principalmente el programa federal de Vejez, Supervivientes y Seguro de Incapacidad (en inglés Old-Age, Survivors, and Disability Insurance – OASDI). Sin embargo en la actualidad nos encontramos con un momento de profunda revisión del concepto de Previsión Social debido a que la situación de crisis económica y el envejecimiento progresivo de la población está llevando a sospechar que el modelo pueda ser ineficiente. Es en este contexto que iniciativas como la propugnada por la empresa PENSUMO debe ser examinada con enorme interés ya que esta llamada a generar un movimiento tan revolucionario como el que hemos descrito.

Hasta la fecha la Previsión Social en los países de nuestro entorno tiene la siguiente estructura:

A) Seguridad Social   B) Planes y Fondos de Pensiones

El principal problema con que nos encontramos es que cada vez resulta más difícil el acceso al empleo lo que dificulta acceder al sistema principal de previsión social, el cual por otra parte se encuentra cada vez con mayores dificultades de financiar la protección social en las condiciones que demanda nuestra sociedad. Por otra parte, la apelación a planes privados genera igualmente problemas ya que en un momento de crisis económica a una gran parte de las familias les resulta muy difícil financiar un plan de ahorros privado cuando cuadrar los pagos mensuales con los recursos que se obtienen supone un reto todos los meses. Es por eso que la solución propugnada por Pensumo (www. pensionporconsumo.com) se basa en el siguiente esquema:

A) Seguridad Social   B) Planes y Fondos de Pensiones  C) Plataformas de fidelización de base financiera

Dado que el consumo tiene un carácter imprescindible y que afecta a todas las capas de población su uso como tercer pilar de previsión social supone una novedad internacional para el comercio en cuanto a sistemas de fidelización de clientes. Otros sistemas de fidelización existentes: tarjetas descuento, tarjetas de puntos, quedan desfasados y en un nivel muy inferior de efectividad.

Asimismo supone una novedad para los Sistemas de Previsión Social privados, ya que aporta un nuevo método para garantizar la seguridad del consumidor. Tanto para el consumo como para el ahorro, hay un antes y un después de la aparición de los sistemas de ahorro basados en el Consumo. El éxito para la adhesión a PENSUMO estará en que el consumidor, sin modificar sustancialmente sus hábitos de compra, vaya acumulando capital para su Fondo. Para ello hay que ofrecer cercanía y variedad de servicios y productos. Se trata de una iniciativa disruptiva que genera un antes y un después desde el mismo momento de su planteamiento. Para su eficacia no obstante se requiere, además de un amplio consenso social en cuanto a su adopción como pilar de previsión, que el sistema se implemente cumpliendo los siguientes requerimientos generales:

– Gratuidad para los consumidores.

– Sencillez en cuanto a su operativa

– Capacidad de redistribución de la riqueza no traumática y con mínima intervención estatal.

– Debe beneficiar tanto a clientes como a comerciantes, marcas y distribuidores que participen – Reforzar la imagen de marca y ofrecer valor añadido a las empresas y entidades participantes en el sistema.

– Crear grandes depósitos de inversión a partir de las compras de los clientes que deberán ser gestionados por compañías financieras capaces de lograr los mayores rendimientos económicos a los mismos.

Debe tenerse en cuenta que nos encontramos en un momento muy adecuado para plantear este tipo de iniciativas ya que ahora el consumidor requiere respaldo y seguridad en todas sus operaciones económicas (y el consumo diario es una de ellas). Además desde el punto de vista social se incentiva el ahorro real a largo plazo y ofrece mayor trascendencia al acto de consumir al tiempo que se incentiva el consumo y con ello la actividad económica.

Roberto L. Ferrer Serrano ARALEGIS. Área Derecho TIC